Shhh, que el no se entere


Te llamo y no me atiende nadie. Pienso que no estas en tu casa porque estás en la facultad. No estás y me emociono como si me hubieras atendido. Pienso alegre en todas las cosas que tengo para contarte, en como nos vamos a reir cuando te agarre desprevenido y te invite a tomar algo o a la fiesta de una amiga. Me admiro por el valor que tomé para marcar esos 8 dígitos, en lo directa que voy a ser cuando nos encontremos, en como te voy a obligar a que confieses que a vos también te pasaron siempre cosas conmigo.

Miro pasar los minutos y vuelvo a intentarlo. Ya no se si quiero que me atiendas, se me fue el buen humor y ya no tengo tantas ganas de hablar. De nuevo no me atiende nadie. En la mezcla entre alivio y decepción atiendo el telefono pero no sos vos. Arreglo para salir nuevamente con mis amigas, muy a mi pesar. Porque yo quería que nos vieramos, llamarte de sorpresa, agarrarte indefenso y alegre por mi llamado porque te recuerdo. Pero vos no estás y ya son las 10 de la noche. No cenás en tu casa? Será el cumpleaños de tu suegro y estarás en la casa de tu nueva novia? No lo se, porque no me atiendes, no estás.

Después de cenar con mis padres intento llamarte de nuevo porque quién no está en su casa a las 10.25 de la noche? Vos, vos no estás. Ya estoy completamente decepcionada, ya se que saldré con mis amigas por tu barrio y estaré buscándote por todos los bares a los que asistamos. Seguiré imaginandote solitario, buscandome por algún bar de algún barrio.

Odio lo que significa este llamado que huele a excusa barata. Significa que continuo en duelo por vos, porque no sos lo que yo quiero que seas, porque yo no soy lo que vos esperás de una chica y ahún asi no puedo sacarme este gusto a lo que nunca fue pero debió. Por lo menos eso es lo que yo sentí.

El tiempo no pasa mas, yo sigo sentada frente al teclado esperando para llamarte nuevamente, esta vez para putearte. Te llamo, me atendés y yo... corto.