En busca del pelilargo. Cap. IV
Pasaron casi 3 meses y mi amiga me dijo que ya había sido demasiado castigo. Convencida de que la cuarta era la vencida, me puse mi pollera de la suerte y mi nueva musculosa. Me bañé con jabón Dove y me lavé el pelo con Pantene (control de caída de cabellos). Me puse crema Sedal para peinar mis rulos, me maquillé con Lancome y salí a la cancha.
Una vez allá, mi amiga me manda un mensaje para decirme que llegaba más tarde. Como todavía faltaba un rato para que empezara, me fui a la barra y ahí lo veo a el, del otro lado, sirviéndose algo... transparente... en un.... vaso. No lo podía creer, finalmente había dejado la mamadera con agua de riachuel. . Y bueno, ya que cambió eso, quizás ahora no esté tan obsecionado con las morochas. Todo indicaba que esa era mi noche.
Esperé a mi amiga en la puerta y para cuando llegó ya estaban tocando la segunda canción. Para mi sorpresa, cambiaron el orden de 2 canciones, la única variación que noté en el año que vengo siguiendo al pelilargo. En el momento de máximo aburrimiento, nos retiramos con mi amiga a la barra, al baño y a fumar. Sinceramente el show no terminaba más y mi impaciencia se incrementaba. Para cuando terminó el show, ya estábamos en el patio, esperando que saliera. Yo miraba para todos lados, pero el pelilargo no aparecía... Hasta que en un momento aparece y se para contra la pared, y a sólo una planta de distancia. ¡Qué nervios! Yo no podía dejar de estar en pose, me reía estridentemente y me tocaba el pelo compulsivamente. El no se animó a mirarme.
Nuevamente a solas con mi amiga planificamos mis pasos a seguir. Nos quedamos sin cigarrillos, así que encontré la excusa perfecta para hablarle.
-Yo: Disculpame, ¿Tenés un cigarrillo?
-Pelilargo: No (toma un sorbo del líquido incoloro)
-Yo: Ah, que cagada... ¿Sabés si hay un kiosko por acá?
-Pelilargo: Si, sobre Corrientes.
-Yo: ¡Qué bajón! Porque es una zona fea para que vaya una mujer sola, son unas calles muy oscuras...
-Pelilargo: Y, si.
-Yo: Bueno, chau.
-Pelilargo: Chau.
Yo me retiro completamente anonadada. Para mi no había entendido la indirecta, así que la vez siguiente sería más directa.
Otra vez en el patiecito con mi amiga, lo vemos venir y para nuestra sorpresa se para contra la pared frente nuestro. Evidentemente me recordaba. Luego de un rato de indecisión vuelve a entrar. Tomo un vaso de cerveza (para tomar valor) y entro en su búsqueda.
Lo veo parado contra una de las barras. Me paro frente a el. Luego de mirarnos un rato noté que estaba afligido. Me acerco y mantuvimos la conversación más profunda hasta ese momento.
-Yo: ¿Qué pasa? Vamos, contame que ya no tengo más excusas para hablarte.
-Pelilargo: Pasa que unos amigos...(inteligible)
-Yo: ¿Qué?
-Pelilargo: (inteligible)... Y no se dónde van a parar.
-Yo: Ah... que bajón.
-Pelilargo: Y si, los amigos son una mierda.
Silencio. Se da vuelta, toma de la barra su vaso, bebe un sorbo de su bebida y se queda agarrándose la cabeza mirando su vaso medio vacío. Ahí me di cuenta que su situación era patética, estaba completamente borracho, peleado con sus amigos, en total soledad. Más patética me vi a mi misma, parada al lado de un borracho, esperando a que me hable. Lo peor de todo es que me encantaba. Pero mi pensamiento se vio interrumpido por el tremendo vómito que larga a pasos mios. Con bastante ternura (y tratando de contener la risa) le ofrezco un poco de mi agua mineral natural de manantieal gasificada. Rechazó mi oferta.
Demasiado para mi. Nos fuimos con mi amiga caminando hasta Corrientes y como todas las noches, nos tomamos un taxi, en el cual sonaba "La locura automática". Está bien, lo perdono, no quiero hacerlo sufrir más.
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