Si ahora dejo el blog medio colgado no se preocupen. Unas amigas abrieron uno para conseguir novio o fama, yo para expresar mi desdicha y para conseguir un gato. Pese al fracaso de mis amigas, yo he conseguido ambas. Yo quería un machito, pero por razones obvias no lo conseguí. Todos tenían dueños designados o simplemente no había.

Mi gato es una hembra hermosa, como yo. Tiene un ojo medio malo, pero yo la quiero igual. En este momento tiene la mirada triste, como yo. Me mira, yo la miro y en silencio nos comprendemos.

Por ser un primer día tuvo un montón de aventuras: conoció a la persona que la alimentará y le dará cuidados por un tiempo largo, viajó en auto, conoció los taxis, los colectivos, las tardes agitadas de Acoyte y Rivadavia, una casa gigante para ella y mi habitación, que es el lugar en el que quiero que pase la mayoría del tiempo.

Ahora tengo que ir a comprarle las piedritas, pero me da miedo dejarla sola y si la saco de nuevo a la calle me da miedo que se quiera escapar o que me vuelva a rasguñar.

Por ahora se llama Ho Chi Minha porque es re revolucionaria. Por lo menos mi casa está revolucionada por su presencia. Por ella y por mi hermana que finalmente se muda. Quizá mi gato deba llamarse Lula, así por las noches en las cenas familiares no la extraño tanto.